Tuesday, July 12, 2005

Ausencia

“Tiñes mis días de fatal melancolía...”

Jamás dejará de parecerme la mejor de las frases al peor de los recuerdos.

Sigo en la intro/externo-spección de todo el mundo, mi mundo, la manera en que la gente considera al mundo, me considera en su mundo, y como yo veo ese mundo tan inmundo dejando de ser mundo.

Odio, sigo odiando; anhelando, aborreciendo y vomitando. En un inútil esfuerzo procuro lavar los trastes. En quince días no he usado un plato, y todavía no acabo de lavar los sucios que cubiertos de mosquitos se depositaron de repente en mi lavadero.

Mi casa, revuelta. Pantalones en el suelo, revistas de política en el buró. Un pedazo de queso en la cama, al lado de la bolsa revuelta de supuesta ropa limpia de lavandería.

La soledad hacinada de soledad en mi sola casa, en mi sola soledad.

Solamente sólo es que se inicia este andar – recuerdo a Beto Cuevas -. Y después de estar tan exageradamente acompañado, exageradamente mal acompañado, me provoca nausea el mundo ajeno a un servidor. Tanta gente, tantos comentarios, tanta inutilidad, tanto y más de lo mismo, tanto y pega, tanto y duele.

El pecho, sombrío. Las agruras a la orden del día, mis estertores acompañados aislados de un cigarro. Sus recuerdos, confusión. ¿Cómo se debe de odiar a quien se amó y luego se ignoró?

Me resulta un caos, totalmente. No se qué sentir, ni cómo sentir, ni para qué sentir. El aserrín revuelto de colores tornasol en mi cabeza esfuma conciencia de saberme sumergido en la más oscura de las letrinas sentimentales que jamás imaginé.

Carajo, como gato mojado en un rincón desahuciado. En un rincón, desahuciado. Desolado, maullando quejidos irrepetibles y jamás audibles por cualquier mortal, cubierto del moho del olvido, del hartazgo, de las ganas de dejarlo todo.

Absurda no, asquerosa depresión.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home