Thursday, December 30, 2004

De Regreso.

Nauseabundo.

Tan sólo eso se puede esperar de un autobús. No necesito otra palabra más para describirle, no requiero de ningun otro adjetivo: "nauseabundo" es la palabra que necesito.

Vamos, cuatro horas con mis gluteos aplastados en un metro cuadrado de asiento con niños llorando en el de enfrente, un anciano roncando a mi derecha y un par de viejas histéricas en los asientos posteriores a mi desgracia, no pueden describirse de ninguna otra manera que no sea con la nausea que me provocó.

Estuve a punto de romper el cristal con el martillito de emergencia que ahora, por cuestiones supuestamente de seguridad (yo estoy seguro que quien lo inventó es tan, o más, claustrofóbico que yo) que ponen a un costado de la ventanilla.

En fin, el regreso fue largo, nauseabundo (insisto) y poco alentador.

El lunes próximo será mi oficina la que disfrute del temporal buen humor que me dejaron estas vacaciones, quiza menoscabado un poco ya por el non grato viaje anteriormente citado.

Ni modo, a reincorporarse a la fabulosa actividad de la burocracia toluqueña.



Ya hablando en serio, extrañaba este pinche, horrendo, asqueroso, fenomenalmente complicado, frío, tenebroso quizá, congestionado, sucio, abandonado y contaminado puto pueblo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home