Thursday, December 23, 2004

Oaxaca

A veces, no necesitamos atesorar todos los recuerdos de toda nuestra vida. Hay momentos dignos de respeto.

Y hay momentos que también no merecen la consideración necesaria.

Acabo de llegar de mis vacaciones, San Agustinillo, 5 días 4 noches. Fue mucho mejor nadar en el Pacífico que nadar en el Golfo de México, a pesar de que por primera vez en mi vida sentí la real posibilidad de morir ahogado por falta de precaución.

Esta bien, por pendejo pués.

En la próxima quincena, a clases de natación. Es justo, es necesario.

En fin, llegué y visité a los amigos. Beto, Lourdes, sus hijos y Britt. No conocí a Juve.

Ví a Pilar, y resultó más penoso que lo que la gente podría haber esperado sobre nuestro encuentro. Me sentí extraño por ella, no lo sé.

El caso es que el asunto no trascendió ni pasó a mayores. Sería muy impreciso de mi parte asignarle un valor positivo o negativo a ello, atinaría mejor diciendo que sucedió, no gratificante del todo.

Sin embargo, seguí con mi descanso. Algún vodka aislado en compañía de algún tabaco, también aislado. Las hamacas y el ronroneo.

La nadada, a huevo. Con visor y scuba, obligatorios. La anteriormente citada arrastrada por el mar, los primeros gritos de auxilio en mi vida y un par de disparos de tequila para aminorar el susto.

Que las carcajadas con el poker, los amigos y el alcohol. La fogata en la playa, la salida a pescar. Los barriletes y el “auon”, o “A G U J O N”, como logré descifrar.

Tres delfines en el mar. Una tortuga que salió a saludarnos, tan singularmente como aquel pesquero que en medio de la nada emergió a la superficie para decir hola, en medio de su faena asesina de apetitosos crustaceos.

Pizzas en modestos hornos de barro servidas sobre madera. Caldo con mariscos. Huachinango a la talla y miles de botes de agua purificada.

El tábano.

Suspenso…

… y dolor.

La infinidad de piquetes de insectos raros. Los que te quitan sangre, los que te la intercambian por ajena y los que nomás pican por estar chingando. Piquetes en los dedos de los pies. En piernas y brazos los más. En el culo incluso, los más curiosos.

La música y ocasionalmente la desesperación por comentarios estupidos. ¿Exasperación? Un poco, no todos los días, pero creo que me resulta más cómodo descansar sólo.

En fin, es posible que aproveche el 15 de agosto y me largue de nuevo a otro lugar. Un elemento trágico me haría pensar en mejor disfrutar un destino diferente y procurar no volver en lo próximo a San Agustinillo. La tercera es la vencida.

Aunque, que quede constancia. Jamás he dicho que no me gustaría volver a tan paradisiaco lugar.

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