Thursday, December 23, 2004

Observando el derredor.

Descansa mi mirada, desconcertada, sencillamente ya no sabe ni que hacer.

Y en su descanso, en su inactividad, mira su derredor, en mi rededor. Le intriga la indiscreción ajena. La paranoia le absorbe.

Confundida, no encuentra nada en su exterior que le impida ser, pero tampoco halla algo adentro que le permita hacerlo.

En suspenso permanece. Suspendida en su necesidad de hacer algo, que muy seguramente concluirá en no hacer nada.

Se imagina libre de ataduras, de lazos ajenos. Pero le deprime la opresión interna de su conciencia, de su gana de no tener ganas, de esa indiferencia que le aísla de su capacidad por decidir qué hacer consigo misma. Le aísla de su libre albedrío, le aísla de su conciencia, de su esencia.

Se bloquea y encierra en si misma. Y cierra los ojos, porque ni a sí soporta ver.

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