Tuesday, January 11, 2005

Mi padre es ½ Ojete

Hace algunos días, no tantos como para olvidarse pero tampoco tan pocos como para detallarlo perfectamente, mi ocio logró de nuevo que un burócrata servidor dirigiera algunas palabras a la manada de seres humanos que comparten tiempo, espacio y – en escasos casos –, consaguinidad con quienes algún día heredarán mis pertenencias.

Entre esos individuos, – creo que es el único en realidad –, se encuentra mi padre.

Don Ernesto Jiménez II, – aplausos por favor –.

El caso es que doté a todos de la página en donde el hijo de tan notable escritor plasmaba sus idioteces y el absurdo producto de una vida pateada por su propio destino. Al preguntarle “¿qué te pareció?”, me contestó de la manera más amable y cordial en que sólo el puede dirigirse – con melódica tonía de viejito, admito – y decirme “huy mijito, no pude entrar, que se me hace que me diste mal la dirección”.

“Ok”, respondí. Obviamente no es ni la primera ni la última de las veces en que me sucede algo mal. Sin embargo, como que no resultaba muy lógico que digamos el haber recibido algunos mails de risa, otros de consternación y ninguno de agradecimiento – vamos, las recetas de la vida que aquí se dan no son gratis, al menos las gracias – con motivo del multimentado blogspot.

Luego entonces ... Michel, perdón, don Ernesto Jiménez III (sea de conocimiento popular que yo comencé con la manía de ponderar el apellido y el origen de ascendencia antes que el nombre propio en mi primigenia ideología de la línea masculina de mi familia), pues Don Ernesto Jiménez III no tuvo ningún error. Escribí la dirección correcta.

Entonces, aventurados a tomar cartas en el asunto atino a deducir que mi padre, o es muy malo apretando el mouse de manera repetida para acceder al hipervínculo, o soy tan mal escritor que prefirió declararse incompetente en la materia de leer a su único hijo varón, y desviar la atención en algo como “eres medio güey, no escribiste bien la dirección”.

Lo más seguro es que, así como esta el clima y el precio del tomate, pues mi padre en realidad sea medio ojete.

Que sea de constancia popular que no dije que mi padre era un verdadero ojete. No señor, mi padre sólo es medio ojete. Definámoslo como sólo la mitad de lo que un verdadero ojete alcanzaría a hacer, y estoy casi seguro que más bien es medio ojete en la mitad de las actitudes ojetes que le corresponden al descuido, y no la del dolor.

Hay ojetes descuidados (100 % ojetes) y hay descuidados que resultan así medio ojetes (½ ojetes).

Y pues mi padre es así, medio olvidadizo y, en consecuencia, tan mitad de ojete como lo he sido yo al 100 % durante los últimos 22 años de mi vida negativamente activa.

Es oportuno, mas bien justo, apuntar que además de ½ ojete, mi padre es así como chingón 1/2 , y a toda madre entre paréntesis con un n al lado sobre una línea fraccional arriba del 1.

Vamos, es un tipazo.

Sin embargo, en esta ocasión si se vio medio ojete. Con eso y con que el lunes me dejó plantado, pues se junta grasa en el lechoncito y sale un buen jamón.

En fin, un abrazo a mi ½ ojete padre, a quien quiero con toda el alma con toda y su ½ ojetez.


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